Historia


El asedio de Numancia

“Ninguno de esos pueblos constituía un Estado. Las afinidades lingüísticas y culturales, la proximidad, los vínculos de parentesco y los pactos intercomunitarios entre los que sobresalían los de carácter defensivo habían creado un entramado de relaciones preferentes capaz de presentar a cada uno de ellos como una unidad política; eran realmente naciones o nacionalidades. Esta fase de desarrollo pre-estatal en que se encontraban a mediados del s. II a.C., cuando se inicia el enfrentamiento con Roma, se correspondía con el auge que ya habían tomado algunas ciudades, que actuaban como centro político y administrativo de amplios territorios.
En otros términos, algunos pueblos de la Meseta Norte estaban completando el proceso del paso de un régimen de aldeas a otro de ciudades. Y Numantia, Intercatia, Cauca, Palantia y Lancia son testimonios de ello.” (Mangas, 1995, p.137-8)El período final del asedio y toma de Numancia, que se inscribe en el desarrollo de las guerras celtibéricas, se desarrolló a partir del año 134 a.C., fecha en la cual el general romano Publio Escipión, destructor de Cartago, se puso al frente del ejército que intentaba someter la ciudad. Con anterioridad otros generales romanos como el cónsul Quinto Fulvio Nobilior, hijo de Marco Fulvio Nobilior, o Lucio Mumio habían fracaso en su intento de derrotar a los numantinos. El ejército con el que se encontró Escipión en Hispania estaba desorganizado y desentrenado, por lo que en principio este general impuso una ferrea disciplina a su ejercíto estableciendo una gran austeridad tanto en el régimen alimenticio como en la forma de vida. En este sentido, tal como nos transmiten las fuentes literarias antiguas, la primera medida que impuso este general romano fue la expulsión de todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y magos que acompañaban al ejército romano en esta campaña.

En el año 154 AC la ciudad Celtíbera de Segeda decide construir una muralla. Los Romanos lo toman como una provocación y envian al consul Quinto Fulvio con 30.000 hombres para derrotar a la ciudad díscola. Los ciudadanos de Segeda en inferioridad deciden marchar a Numancia en busca de auxilio. Numancia los acoje y en ese momento empieza la guerra que avergonzó durante más de 20 años a la flamante, señorial y orgullosa ciudad más poderosa del mundo, ROMA ("Numancia" CORRAL J. L. 2003)

El asedio y conquista de la ciudad celtibérica de Numancia constituye uno de los episodios más interesantes de la conquista romana de la Península Ibérica. Numancia, ciudad de los celtíberos entre el sistema Ibérico y el valle del Duero. Era una de las pocas ciudades que aún permanecían independientes pues los romanos habían conquistado y sometido gran parte de la península.

Y los ríos que siguen, de los cuales la mayor parte baja hacia el Mar Occidental teniendo su origen en la [Celt]iberia. De ellos el Durius corre por Numancia y Serguntia (Estrabón en 3, 3, 1.) Después de éstos, el Duero, que, viniendo de lejos, corre por Numancia y otros muchos pueblos de los Celtíberos y Vacceos...(Estrabón 3, 3, 4)

El año 153 a. C., los habitantes de Segeda, capital de los Belos, dilataba el envío de soldados para servir en el ejército romano, se negaba a pagar impuestos al tiempo que ampliaba las fortificaciones, iniciando la construcción de una nueva muralla. El Senado mandó al cónsul Fulvio Nobilior con un numeroso ejército de 30.000 soldados; el hecho de que se empleara un contingente tan grande hace pensar que se buscaba un objetivo más importante que el de castigar a la pequeña ciudad. La llegada de este gran ejército obligó a los segedenses a abandonar sus casas y pertenencias y refugiarse en territorio de los arévacos. Los numantinos se aliaron con los segedenses acaudillados por su jefe llamado Caro, se enfrentaron a las tropas de Roma, derrotándolas y ocasionando más de 6.000 bajas entre los romanos, pero también la muerte del mismo Caro.

76-. Retorna ahora nuestra historia a la guerra de arevacos y numantinos, a los que Viriato había incitado a la revuelta. Cecilio Metelo fue enviado desde Roma contra ellos con un ejército más numeroso y sometió a los arevacos, cayendo sobre ellos con sobrecogedora rapidez, mientras estaban entregados a las faenas de la recolección. Sin embargo, todavía le quedaban Termancia y Numancia. Numancia era de difícil acceso, pues estaba rodeada por dos ríos, precipicios y bosques muy densos, Sólo existía un camino que descendía a la llanura, el cual estaba lleno de zanjas y empalizadas. Sus habitantes eran excelentes soldados, tanto a caballo como a pie, y en total sumaban unos ocho mil. Aun siendo tan pocos pusieron en graves aprietos a los romanos a causa de su valor. Metelo, después del invierno, entregó a Quinto Pompeyo [Aulo], su sucesor en el mando, el ejército consistente en treinta mil soldados de infantería y dos mil jinetes perfectamente entrenados. Pompeyo, cuando estaba acampado ante Pompeyo, marchó a cierto lugar, y los numantinos, descendiendo, mataron a un cuerpo de su caballería que corría detrás de él. Cuando regresó, desplegó su ejército en la llanura y los numantinos bajando a su encuentro se replegaron un poco como intentando huir hasta que Pompeyo (...) en las empalizadas y precipicios. (Historia romana: sobre Iberia. Apiano)
Escipión en principio no se dirige directamente contra Numancia, sino contra el territorio cercano de los vacceos con el fin de que no pudieran auxiliar a esta ciudad celtibérica. Una vez devastado este territorio e impedido el posible auxilio de los numantinos, Escipión decide empezar el sitio de Numancia, estableciendo en principio dos campamentos que luego se ampliarán a siete, en los que va a instalar a sus tropas. Estos campamentos que no eran más que simples torres de vigilancia y fortificación más tarde serán unidos entre sí. También Escipión decide cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior, lo que va a pejurdicar en gran medida la resistencia de los numantinos

El asedio de la ciudad celtibérica de Numancia se prolongó por un amplio espacio de tiempo.La proporción entre asediantes y asediados, era cláramente desfavorable para los numantinos. Se calcula que el ejército romano alcanzaría los 25.000 hombres, mientras la población asediada se calcula en unos 8.000-10.000 hombres.

Durante el cerco de la ciudad, los numantinos intentaron pedir ayuda y auxilio a la tribu vecina de los arevacos, aunque no tuvieron éxito fracasando en sus negociaciones. Después de sitiar Numancia durante ocho meses, la ciudad se rinde agotada por el hambre y las dificultades.

Algunos de los habitantes de Numancia prefirieron darse muerte entre sí, antes que rendirse a los romanos. De los rendidos Escipión se guardó 50 para que le acompañasen en su triunfo a Roma y el resto los vendió como esclavos. También Escipión castigó duramente a las ciudades cercanas que parecían colaboracionistas y finalmente arrasó completamente la ciudad de Numancia, sin esperar la decisión final del Senado. Una vez acabada esta campaña militar, Escipión regresó a Italia donde le fue concedido el triunfo que celebró en Roma en el año 132 a.C. La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtibéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el Estado romano. Numancia que había sido arrasada permanecerá deshabitada hasta co- mienzos del Imperio.

El asedio de Numancia, constituye uno de los episodios más destacados de la presencia y conquista romana en el interior de la Península Ibérica. Autores como Apiano se admiran del afán de libertad de estas gentes y destacan el hecho de la importante resistencia de este pueblo sobre las legiones romanas, con unos escasos medios y posibilidades. También el historiador Floro considera que aunque Numancia era inferior respecto a su poderío en relación con ciudades como Cartago, Capua o Corintio, era equiparable a ellas por su fama y valor, ya que con escasos medios resistió sola, durante once años ante un importante ejército enviado por Roma.

En la actualidad, se conservan algunos vestigios de las construcciones, y vías de esta ciudad romana, que se sitúan en un altozano a unos kilómetros de la ciudad de Soria. La guerra de Numancia ha sido estudiada en profundidad por el historiador y arqueólogo alemán Adolfo Shulten. Su obra ha servido de base para todos los análisis históricos posteriores que se han hecho en relación a este tema.



Los elefantes no consiguieron atemorizar a los Numantinos.

En este año, el nuevo cónsul Quinto Pompeyo Aulo, intentó de nuevo el sometimiento de los rebeldes, pero lo único que consiguió fue estrellarse contra las murallas de Numancia y Termancia. Popilio Laenas, el cónsul que le suicedó, atacó en 139 a. C. Numancia, pero tras ser derrotado decidió saquear los campos de cereales de los vacceos para justificar su actividad militar. La ineptitud militar llegó a su punto más alto con Cayo Hostilio Mancino en el 138 a. C., quien atacó a Numancia con más de 20.000 hombres, y al retirarse fue rodeado por los numantinos, menos de 4.000, y tuvo que capitular para salvar su vida y la de los soldados. Los numantinos se limitaron a desarmar al ejército romano a cambio de la paz. Como castigo, la propia Roma le devolvió desnudo con las manos atadas a la espalda ante las murallas de Numancia para que los arévacos hicieran lo que quisieran con él.

La suerte que corrió Mancino, hizo que los posteriores cónsules se lo pensaran mucho e incluso desistieran de volver a atacar en muchos años este reducto rebelde.

Finalmente Roma se reorganizó y quiso vengarse de tantas afrentas sufridas en el campo de batalla y pensó en enviar a su mejor soldado y estratega, Publio Cornelio Escipión, nieto adoptivo del vencedor de Cartago, el otro Publio Cornelio Escipión "el Africano", y por eso le llamaban "El africano menor".

Soldado Ibero
Por aquel entonces Los Arévacos disponían de unos 20.000 soldados a pie y 5.000 jinetes. Las fuerzas de Roma con Fulvio Nobilior comandándolas, empezaron entonces el asedio a la ciudad, para lo que contaba además de con su ejército, con 10 elefantes que el rey númida Masinisa, aliado de Roma, le había enviado.
Estos elefantes fueron los que decantaron la balanza, pues aunque en un principio aterrorizaron a los soldados defensores de Numancia que nunca habían visto semejantes bestias, consiguieron herir a una de ellas que enfurecida se volvió contra sus propias filas sembrando el caos entre las organizadas filas romanas, esto fue aprovechado por los arévacos para atacar e infringir una severa derrota a los romanos con más de 4000 bajas.


Ante esto Roma compró la paz a base de grandes sumas de dinero pues no podía con tantos frentes abiertos, recordemos que Viriato y los Lusitanos también espoleaban al poder de Roma. Esta fue la política que siguieron hasta el 141 ac.

Publio Cornelio Escipión


Escipión comenzó, al llegar a la península, por someter al ejército allí desplegado a un durísimo entrenamiento. Desterró a todos los mercaderes, rameras, adivinos y agoreros, a quienes los soldados consternados en tantos infortunios daban demasiado crédito; expulsó a los criados, vendió carros, equipajes y acémilas, conservando las puramente necesarias; prohibió ir en bestia en las marchas. Poco después llegaba a su campamento el rey númida Yugurta con 15.000 hombres de refuerzo. Cuando tuvo moralizado a su ejército, sumiso y hecho al trabajo y a la fatiga, trasladó su campo cerca de Numancia, cuidando de no dividir sus fuerzas, como hicieron otros.


En octubre del 134 a. C., Escipión tomó posiciones enfrente de Numancia a la que no dio opción de pelear. Cauto y sagaz, Escipión concibió el plan de guerra de reducir, cercar y sitiar a los numantinos, hasta que faltos de fuerza se rindieran. Así, para quitarles apoyo y favor de otros pueblos, se dirigió primeramente contra los vácceos a quienes los numantinos compraban víveres, arrasó sus campos, recogió lo que pudo para la manutención de sus tropas y amontonando lo demás, le prendió fuego.


Comenzó un cerco estricto, construyendo primero fosos, empalizadas y terraplenes para proteger a sus soldados, además de levantar un muro de 9 km, de ocho pies de ancho y diez de alto, con torres a 30,85 m de distancia unas de otras, que rodeaban la ciudad y que estaba vigilado por siete campamentos. Las torres contaban con catapultas, ballestas y otras máquinas; aprovisionó las almenas de piedras y dardos, y en el muro se instalaron arqueros y honderos. También utilizó un sistema de señales, muy desarrollado para la época, que permitía trasladar tropas a cualquier lugar que pudiera estar en peligro.


Para terminar el cerco, selló el rio Duero por donde los sitiados recibían tropas y víveres, levantó dos fuertes y atando unas vigas largas con maromas, desde el uno al otro, las tendió sobre la anchura del río. Comentan los historiadores "En estas vigas, había clavado espesos chuzos y saetas, las cuales, dando vueltas siempre con la corriente, a nadie dejaban pasar, ni a nado, ni buceando, ni en barco, sin ser visto." (Aún hoy es posible distinguir restos de aquellos campamentos romanos.)

En total eran más de 60.000 soldados, entre los que figuraban gentes del país, más los arqueros y honderos correspondientes a doce elefantes (que actuaban como torres móviles) que trajo Yugurta, contra apenas 8.000-10.000 numantinos sitiados. Sólo un numenatino, Retógenes el Caraunio, con algunos compañeros y algo de caballería, pudo burlar este cerco para pedir ayuda a las ciudades vecinas, de las que únicamente Lutia se mostró dispuesta a socorrer a la ciudad, lo que acarreó una terrible venganza de Escipión sobre los lutiakos, les cortó las manos a todos los varones de la ciudad para que no pudieran servir en el combate.




Escipión capturó a 50 supervivientes para que le acompañasen en su triunfo a Roma y el resto los vendió como esclavos. También Escipión castigó duramente a las ciudades cercanas que parecían colaboracionistas y finalmente arrasó completamente la ciudad de Numancia, sin esperar la decisión final del Senado. Una vez acabada esta campaña militar, Escipión regresó a Italia donde le fue concedido el triunfo que celebró en Roma en el año 132 a.C. La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtibéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el Estado romano. Para entonces, Numancia ya se había convertido en leyenda.

La actitud de los numantinos impresionó tanto a Roma que los propios escritores romanos ensalzaron su resistencia. Autores como Apiano se admiran del afán de libertad de estas gentes y destacan el hecho de la importante resistencia de este pueblo sobre las legiones romanas, con unos escasos medios y posibilidades. También el historiador Floro considera que aunque Numancia era inferior respecto a su poderío en relación con ciudades como Cartago, Capua o Corintio, era equiparable a ellas por su fama y valor, ya que con escasos medios resistió sola, durante once años ante un importante ejército enviado por Roma.

por Julián Hurtado Aguña, Doctor en Geografía e Historia en su especialidad de "Historia Antigua" por la Universidad de Salamanca. Publicado: 20/11/2000

El asedio y conquista de la ciudad celtibérica de Numancia constituye uno de los episodios más interesantes de la conquista romana de la Península Ibérica. El período final del asedio y toma de Numancia, que se inscribe en el desarrollo de las guerras celtibéricas se desarrolló a partir del año 134 a.C., cuando el general romano Publio Escipión, destructor de Cartago, se puso al frente del ejército que intentaba someter la ciudad. Con anterioridad otros generales romanos como el cónsul Popilio Lenas o Quinto Pompeyo habían fracaso en su intento de derrotar a los numantinos. El ejército con el que se encontró Escipión en Hispania estaba desorganizado y desentrenado, por lo que en principio este general impuso una ferrea disciplina a su ejercíto estableciendo una gran austeridad tanto en el régimen alimenticio como en la forma de vida. En este sentido, tal como nos transmiten las fuentes literarias antiguas, la primera medida que impuso este general romano fue la expulsión de todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y magos que acompañaban al ejército romano en esta campaña.

Escipión en principio no se dirige directamente contra Numancia, sino contra el territorio cercano de los vacceos con el fin de que no pudieran auxiliar a esta ciudad celtibérica. Una vez devastado este territorio e impedido el posible auxilio de los numantinos, Escipión decide empezar el sitio de Numancia, estableciendo en principio dos campamentos que luego se ampliarán a siete, en los que va a instalar a sus tropas. Estos campamentos que no eran más que simples torres de vigilancia y fortificación más tarde serán unidos entre sí. También Escipión decide cerrar el río Duero, único punto de contacto de la ciudad con el exterior, lo que va a pejurdicar en gran medida la resistencia de los numantinos

El asedio de la ciudad celtibérica de Numancia se prolongó por un amplio espacio de tiempo.La proporción entre asediantes y asediados, era cláramente desfavorable para los numantinos. Se calcula que el ejército romano alcanzaría los 25.000 hombres, mientras la población asediada se calcula en unos 8.000-10.000 hombres.

Durante el cerco de la ciudad, los numantinos intentaron pedir ayuda y auxilio a la tribu vecina de los arevacos, aunque no tuvieron éxito fracasando en sus negociaciones. Después de sitiar Numancia durante ocho meses, la ciudad se rinde agotada por el hambre y las dificultades.

Algunos de los habitantes de Numancia prefirieron darse muerte entre sí, antes que rendirse a los romanos. De los rendidos Escipión se guardó 50 para que le acompañasen en su triunfo a Roma y el resto los vendió como esclavos. También Escipión castigó duramente a las ciudades cercanas que parecían colaboracionistas y finalmente arrasó completamente la ciudad de Numancia, sin esperar la decisión final del Senado. Una vez acabada esta campaña militar, Escipión regresó a Italia donde le fue concedido el triunfo que celebró en Roma en el año 132 a.C. La destrucción de Numancia terminó con las guerras celtibéricas, que habían supuesto unos enormes gastos para el Estado romano. Numancia que había sido arrasada permanecerá deshabitada hasta comienzos del Imperio.

El asedio de Numancia, constituye uno de los episodios más destacados de la presencia y conquista romana en el interior de la Península Ibérica. Autores como Apiano se admiran del afán de libertad de estas gentes y destacan el hecho de la importante resistencia de este pueblo sobre las legiones romanas, con unos escasos medios y posibilidades. También el historiador Floro considera que aunque Numancia era inferior respecto a su poderío en relación con ciudades como Cartago, Capua o Corintio, era equiparable a ellas por su fama y valor, ya que con escasos medios resistió sola, durante once años ante un importante ejército enviado por Roma.